Modesto Chavez

Modesto Chávez, tecladista del grupo Right Cuando tenía 8 años quedó atrapado por la música, a la que conoció de manera formal, a través de las clases de piano que tomó en el conservatorio Antonio Neumane. Una formación que luego lo llevó a soñar. A alimentar la esperanza de ver, algún día, su nombre en los créditos de las películas de Hollywood bajo el rótulo «banda sonora». La relación que Modesto Chávez tuvo años después con aquella combinación de melodía y armonía evolucionó a medida que cambiaban sus circunstancias. Llegó la adolescencia, la época de las bandas de rock colegiales, los años ochenta. Un momento en el que él y sus amigos, entre ellos Román Fong —su compañero en el colegio Cristóbal Colón desde la preparatoria— coquetearon con el público en incipientes conciertos en quermés y otros eventos estudiantiles con su banda. Los sonidos que surgían de los teclados que pasó a tocar en reemplazo del piano eran una mezcla de rock y pop. Chopin y Mozart, los compositores clásicos, quedaron solo como referentes. En 1985 estos amigos se graduaron. Cada uno siguió carreras distintas. Modesto ingresó a la universidad Católica para estudiar Psicología clínica y Román a la Politécnica con la aspiración de convertirse en ingeniero mecánico. Aunque separados, estos universitarios siguieron su romance con la música. Modesto, como integrante de Monitor, y Román desde Right, el conjunto que él creó con Andrés Pimentel, su compañero de facultad. Era 1987 cuando Modesto se integró a Right para remplazar al tecladista. Para entonces este conjunto había alcanzado fama con el tema Volver a empezar. Un éxito que compartía el espacio que las radios y el público le daban a los artistas locales en la época del boom del rock latino. Grabaron un sencillo que también sonó fuerte: Chica de azul y Aunque te quiera. Vino un tercer disco en coproducción con Ifesa (en 1990), pero el público guayaquileño no respondió como ellos esperaban. Estos universitarios con cara de niños buenos pero intentando con su ropa —chaquetas y botas negras de cuero— atribuirse un estilo de chicos duros, encontraron en Quito un espacio para triunfar que no lograron en su ciudad, donde su fama fue pasajera. “Nadie es profeta en su tierra”, dice Modesto, con su voz modulada, una tarde de esta semana en la que suspendió –para recordar con nosotros su paso por Right– las citas que tenía con los pacientes de su consultorio de psicólogo clínico. Andrés y Román ahora viven en Estados Unidos, están casados, tienen hijos y ejercen las profesiones para las que se prepararon en la universidad, por las que optaron cuando dejaron la música. Modesto, de 35 años, continúa en Guayaquil, está soltero y sigue creando melodías. Aunque dedica la mayor parte de su tiempo a atender a aquellos que requieren comprender el porqué de su conducta, prepara un segundo disco para Desué, el grupo que formó en 1997, con el que toca eventualmente en bares o presentaciones privadas. A sus pacientes los trata con musicoterapia, mientras que la psicología le permite conocer el intrincado mundo del comportamiento humano que inspira sus canciones. Aún se escuchan en la radio canciones como No quiero perderte otra vez (1991), el último éxito de Right, pero Modesto aspira a consolidar su carrera en otros países, sin hacer bulla en Ecuador. “Primero quiero triunfar fuera y luego venir acá”.